Entre tanto que el Gobierno Central promueve la inserción universitaria y la Gobernación financia la gratuidad de la misma fundamentado por ley, en La Guajira no es asunto prioritario la deserción en la educación superior visible hace más de tres años.
En la Universidad de La Guajira se rumorea que por mil estudiantes matriculados solo concluyen el primer semestre menos de 650. De ellos continuarán 500 para el siguiente periodo académico, y terminarán entre 390 a 250. A este ritmo se graduarían menos de 20 profesionales para servir a la sociedad.
Este es el ambiente visible de estilo similar en todos los centros de educación superior ya sean técnicos, tecnológicos y profesionales en el Departamento. El asunto es tema aparte, archivado en las gavetas de la indiferencia, sin estadísticas ni estudios. El fortalecimiento de la educación, abarcando la superior, ha sido tema constante en las administraciones locales; pero sus fructíferos proyectos encaminados a mejorarla evidencian resultados poco visibles en la sociedad.
Han podido determinarse causas visibles de esta problemática social:
· La mentalidad en los padres de familia que no accedieron a la educación superior dimensiona escasamente su importancia. El fin siempre es alcanzar “el cartón” profesional y trabajar en un medio el cual abrirá con facilidad sus puertas, sin tener en cuenta los altos índices de desocupación y subempleo. Esta causa se presenta en todos los estratos socioeconómicos.
· La oferta carente de programas atractivos. Muchas personas aseveran que la mayoría de personas estudian “lo mismo”. Realmente La Guajira necesita programas que satisfagan la necesidad académica comprometidas con aspectos sociales, políticos y económicos, más no programas espectaculares cuyo objetivo es atraer un mayor número de matriculas.
· Desinterés de funcionarios públicos del Departamento y de los centros educativos, además del histórico olvido del Gobierno Central y su ridícula inversión inciden en el descontento y desanimo de estudiantes, quienes ingresan a los centros educativos, pero no ven seriedad ni recursos ni pertenencia hacia la comunidad estudiantil.
· La educación superior en el departamento emplea rudimentarias y rusticas metodologías de enseñanza. Hay poca innovación y apropiación de nuevas tecnologías y nuevos conocimientos tanto en la academia y en la estructura física de los establecimientos.
· La decepción cuando perciben desprestigio por funcionarios públicos y parte de la población, que ameritan más la contratación de egresados de universidades y otros centros de estudios de a fuera de La Guajira, en vez de los profesionalizados en el departamento. Una realidad vergonzosa de nuestra sociedad.
¿Y qué decir de las propuestas de candidatos políticos sobre la educación? Son las mismas promesas repetidas cada cuatro años pero con palabras distintas, y tampoco tocan el asunto de la deserción. La educación es poco trasformada al mismo tiempo en que la deserción crece. La Gobernación volverá a despilfarrar millones para financiar la gratuidad educativa de jóvenes quienes se matricularán para el segundo semestre de este año, pero desertarán en medio del proceso.
Aquí también juega el valor de la responsabilidad por los estudiantes pese a que no lo perciban, contribuyen a tirar cifras millonarias al suelo las cuales pueden invertirse en salud, agua o saneamiento básico.
Es necesario replantear los conceptos de educación superior no solo en la política, también en la conciencia social. Nadie estudia “lo que quiere por que quiera”, cada persona debe estudiar un programa articulado a su perfil personal para desarrollar su vocación profesional. Todo estudiante no es instruido para si mismo sino a proyectar los conocimientos adquiridos hacia la sociedad acoplados a su ingenio e innovación.
Los aportes que cada profesional hace en una sociedad se traducen en desarrollo. Si nuestras juventudes continúan desertando de la educación superior, obedecería a esas causas ignoradas. Es indebido jugar con la educación aparentando su financiamiento mientras todos los años ingresan y desertan miles de estudiantes sin esperanza de profesionalizarse.
Sería desastroso para el departamento mantener una generación “Niní” (ni estudian, ni aportan, ni producen) donde quienes serán el soporte social resultarán inútiles para desempeñar concretas funciones. “La ignorancia es amiga del engaño”. La solución no es “ir a estudiar y ya” por estudiar, esa actitud genera mediocridad; las soluciones a todas las causas de la deserción en la educación superior planteadas en este artículo se deben dar proyectando resultados reales y objetivos.
Es aquí donde desempeñan su crucial papel los estudiantes líderes en sus comunidades, los movimientos estudiantiles, los docentes y la población en general la cual es el fin de la educación. Entre tanto que los actores protagonistas de este asunto reaccionan, puedes ir pensando ¿qué harás tú para cambiar esta realidad?
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