15 julio, 2011

GAS GUAJIRO, NUESTRA HERENCIA

"Estufas ecológicas" como esta, promociona
Corpoguajira para minimizar los impactos
ambientales. ¡Qué cinismo! ¿no sería conveniente
las estufas de gas natural?
¿Nunca te detuviste a pensar que algún día nuestros pozos de gas natural quedarán vacíos? No es que sea una triste noticia, pues esos pozos no son eternos; la pésima noticia es que al agostarse nuestro gas natural, no habremos gozado de él lo suficiente para originar desarrollo económico y social que debió gestar desde el inicio de su extracción.
“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde,” reza un certero adagio popular. Abriendo los ojos nos damos cuenta del desarrollo y la prosperidad significado de la posesión de un recurso natural importante y codiciado en este siglo. Aún, extraer más de 700 millones de pies cúbicos diarios convierte a La Guajira en una región de mayor producción gasífera a nivel mundial, esa magnitud representa abandonar la miseria y trasformar nuestra sociedad en un nicho de progreso. 
No es que todos nos convertiremos en ricos. La alta calidad de vida no obedecería a la mera extracción de nuestro gas (como actualmente sucede) sino al uso que le demos a dicho recurso para la obtención de nuestros beneficios. Sin embargo, nada de eso físicamente es verdad, pues los beneficios que genera nuestro gas se generan en distintos departamentos de Colombia, injustamente, el único real beneficio que recibimos son las regalías por su extracción, insignificantes y a la vez significativas.
Hace quinientos años, las perlas extraídas de ostras perlíferas era un recurso tan precioso, hasta el grado que el corsario inglés Francis Morgan emprendiera temible hazaña de despojo de dicho recurso a los españoles y acaparar inmensa fortuna para él y su reino. Aquel asalto no se concretó, sin embargo dejó a Riohacha en ruinas. Era tanto el interés de enriquecerse de perlas que los colonos secuestraban a los indígenas del área (guanebucanes y wayúus), esclavos y a pulmón pescasen las ostras del oro blanco. 
La leña del pasado sigue
haciendo historia.
Esa encomienda fue una tragedia para la población de aquellos años, usada para extraer su recurso para beneficio de extraños. Ni perlas le quedaron a Riohacha, todas se fueron a Sevilla y otras ciudades europeas. Y así como llegaron a saquear dicho recurso, cuando este se agotó, del mismo modo se fueron. Esta breve y compleja analogía deja como moraleja y alerta lo que en verdad ocurre y sucederá con nuestro gas natural.
Precisamente tenemos que reivindicarnos este recurso porque es nuestra herencia de fortuna natural, legado y testamento de nuestros antepasados que en su vínculo y posesión histórica sobre nuestro suelo, fuimos cobijados con tal riqueza para posesión, uso y dicha nuestra y de las futuras generaciones.
Incluso si pensamos ¿qué beneficios nos genera el Estado colombiano? Ninguno. Ahora por qué satisfacer los intereses del que nos llena de despojos en perjuicio de nuestras necesidades. Es el momento que tú y todos reclamemos este patrimonio nuestro concienciando a las demás personas sobre la situación aquí expuesta (y aquí) y de tal forma irá provocándose el reclamo del pueblo.
Entonces, en menos de una década y media, no tendremos que lamentarnos otra vez por un episodio repetido. Así como las perlas se desvanecieron, el gas natural también se agotará. Siquiera logremos aprovechar lo que falta por extraerse para generar electricidad, mover la industria, el comercio y turismo, satisfacer la demanda del recurso en mención en los hogares, todo ello en nuestro departamento; y por esto y también por el trabajo que abren dichos sectores económicos traspasemos la deplorable calidad de vida actual a mejor, y no depender de limosnas perversas de intereses oportunistas.
La decisión tú la tomas. Ahora, entretanto piensas en tu indecisión, La Guajira está siendo saqueada, pues es una colonia energética cuyos recursos son absorbidos por inmensos capitales privados e intereses gubernamentales que entregan beneficios su pueblo, mientras aquí en esta colonia colombiana aguantamos las necesidades.

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